Las sequías son períodos de tiempo en los que se da un déficit en la disponibilidad de agua en un determinado lugar. Estas eventualidades siempre han existido en el mundo desde tiempos inmemoriales. Muchas culturas han podido luchar contra estas circunstancias, como los Mayas y los Incas, quienes construyeron canales o almacenes de agua.
En la actualidad, pese a contar con tecnologías y conocimientos más avanzados, estas calamidades nos están consumiendo. Las situaciones de sequía han aumentado en el planeta casi un 30% desde que se inició el siglo XXI. La marcada ausencia de lluvias y el cambio climático amenazan la subsistencia de millones de personas y provocan pérdida económicas y humanas.
Datos que preocupan.
Se calcula que 55 millones de personas se ven afectadas por las sequías de forma directa cada año. Asimismo 200 millones de horas al día se dedica en todo el mundo a buscar agua. Según investigaciones, el número y la duración de las sequías ha aumentado un 29% desde el año 2000, sin embargo hay que entender que el aumento de las sequías no se da por la reducción de lluvias, sino porque a las temporadas secas se están sumando algunas consecuencias del cambio climático, como las temperaturas muy elevadas que hay en muchas regiones del planeta actualmente. Esto hace que la demanda de agua por parte de la atmósfera sea muy alta y se dé una mayor evaporación, además de los sectores como la agricultura o el turismo que demandan cada vez más agua.
También hay que recordar que entre 1998 y 2017 las sequías causaron pérdidas económicas mundiales de unos 120.000 millones de dólares, asimismo entre 1970 y 2019, provocaron más de 650.000 pérdidas humanas.
Consecuencias de las sequías.
Existen consecuencias medioambientales, económicas, sociales y culturales.
Las sequias producen más efectos de contaminación por aumento del ozono troposférico, o en la producción primaria de la vegetación que fotosintetiza menos y absorbe menos carbono. Asimismo compromete los servicios ecosistémicos, como los que generan alimentos, combustibles y agua dulce, los que regula la polinización y controlan las plagas o los que favorecen la fertilidad del suelo. Esto altera de manera importante el equilibrio del ecosistema.
A nivel social y económico, puede provocar inseguridad alimentaria, desempleo, pobreza e inflación, incluso agravar los conflictos y provocar desplazamientos y migraciones.
Más países en sequía.
En los últimos meses se han reportado sequías extremas en Chile, Argentina, Somalia y Madagascar. Asi como también en España, Francia, Italia, Marruecos y Argelia.
¿Alguna solución?
Las sequías no se pueden predecir ni prevenir. Sin embargo se pueden mitigar sus impactos. La adaptación es importante para crear ecosistemas y sociedades menos vulnerables a la falta de agua, gestionando bien el líquido elemento.
Asimismo, por nuestra cuenta, tomar conciencia y buscar mediante nuestra acciones reducir el impacto negativo del calentamiento global y cambio climático. Disminuir en lo posible nuestra huella de carbono es primordial y no puede esperar más. No incrementemos el peligro y vernos en una situación de sequía y escasez hídrica severa para recién actuar. Forma parte de la solución, no de la contaminación.
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